22 March 2013

El Otoño de la razón


A nuestra cursilería postmoderna.
Cuando regresó del árbol
al banco lo encontró vacío.
Iba ahora de morada la tarde,
noche incipiente
y a lo lejos fornicaban a gritos
o en silencio los amantes.
Se alejó corriendo de aquel parque.
Llegó hasta el mar justo
a ver como el miedo     
se tragaba en paroxismo
la última balsa.
Regresó al árbol desesperado
y se ahogó
para siempre entre sus manos,
que cargaban los últimos puñados
de hojarasca.

5 comments:

  1. No sabía que eras poeta. Que bien!

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  2. Gracias, Ylena. No sé si puedo llamarme poeta, no sólo porque esto pudiese ofender a muchos de mis amigos que sí lo son, pero también porque la clasificación trae ciertas expectativas que no sé si podré cumplir. No es falsa modestia, que no tengo ninguna, sino la verdad. ¡Gracias otra vez por el comentario y por seguirme!

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  3. bueno, tú no podrás llamarte poeta, pero yo sí puedo. Poeta!

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  4. Deambulo y me encuentro con esto... me recuerda el gran Soliloquio del Individuo de Nicanor Parra. Rotundo, inmenso... pero tú, ese toque de isleñitud... es que no nos vamos, nunca nos hemos ido... a esa balsa flotante que somos, nos han condenado. Cubanito, leo tanta soledad. Bendita soledad creativa...
    Y sobre lo de la cursilerìa post moderna, ¡bah!... el otro dìa leìa, me convencì, que cursi es toda pasiòn no compartida... Esa pasiòn tambièn me pertenece... con pasiòn de cruzada.
    Un abrazo...

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  5. La soledad es una reacción, más que la causa. Un abrazo.

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